13 abr 2011

Aquella luna creciente en la que el dragón tuerto venció a la muerte

Este no es un texto de carácter Histórico más si está fundamentado en datos y algunos personajes reales, es solo una historia que invente imaginando un acontecimiento de la vida de Date Masamune un samurái y daimyo japonés del período Azuchi-Momoyama y comienzos del periodo Edo. La historia inicia en el asedio al castillo de Odawara en 1590. Después de tan extraña batalla entre juglares y concubinas busque aquella satisfacción que no conseguí en el campo yo y mis fuerzas solo tuvimos un encuentro con unos Hojo que luchaban por proteger una carreta que llevaba un campesino de la región, además solo podíamos entrar al intercambio de flechas y balas con los hombres del castillo. Claro se dice que algunos hombres cavaron bajo el castillo pero por la tardanza de mi arribo a la batalla Toyotomi Hideyoshi no me permitiría entrar a la batalla, ni si quiera estar en su presencia en ese momento sospechaba de su furia, pero no imaginaria la gravedad de la situación, bueno esa es otra parte de la historia que viene después. Habiéndose cumplido tres meses del inicio del sitio al castillo de Odawara los Hojo por fin se rindieron su fatiga era increíble, sus centinelas cuentan a los soldados de mi señor que cuando lograban conciliar el sueño usaban sus armaduras y mantenían cargados sus mosquetes repartían una porción de arroz (que recibían una vez cada tres días) entre tres hombres cuando la lluvia caía los defensores dejaban sus puestos por segundos para beber el agua que resbalaba por los altos techos, pero todo había terminado la mayoría fueron ejecutados, Hojo Ujinao el quinto y último daimyo de Odawara del clan Hojo tardío fue exiliado, y su familia ejecutada, su padre Hojo Ujimasa un gran guerrero anterior señor del clan fue obligado a cometer seppuku la muerte de este seria una premonición de mi destino. A la mañana siguiente al despertar oí que llamaban a mi tienda una sirvienta me ayudo con mis ropajes y salí al encuentro de quien me solicitaba, plantados ante mi tienda encontré a un emisario y a dos samuráis con pesadas armaduras y Naginatas cuyas hojas relucían a la luz del sol confuso de aquella mañana. Con un saludo sencillo el hombre empezó a leer su mensaje, aunque mi mente está un poco nublada por la frustración de aceptar un destino al que por desgracia abdique por mi desobediencia, logro recordar sus palabras que venían más o menos así: Mi señor Toyotomi Hideyoshi , solicita al daimyo Date Masamune “dokuganryu” que se presente en el patio central del castillo que ha sido tomado por el señor, para que sea juzgado por sus faltas - Caminando lentamente sintiendo como cada paso quebraba mi alma. -¿Cuál será mi condena? ¿Podre apelar a la compasión del gran líder de Japón?- Pensé Accedí a ir solo ya que si mis hombres me hubieran acompañado y se me ejecutara estos por su lealtad crearían un baño de sangre que quedaría en la memoria de mi pueblo como una masacre épica en la que morirían más hombres que en el largo asedio al castillo recién poseído. A pesar de mi baja capacidad de visión (por la falta de mi ojo derecho) desde el gran umbral, veía a mi señor Hideyoshi envuelto en su negra armadura junto a su mujer y su sequito, cinco feroces guerreros que de poder daban muestra. Me acerque a veinte pasos y reverencie a mi señor, se me ordeno sentarme ahí pude verlo tapaba su boca con su mano pero en sus ojos se reflejaba el infierno que creaba su furia (En esta época aunque Toyotomi Hideyoshi era considerado el señor de Japón era solo porque tenía mucho territorio, miles de hombres y kokus a su cargo, mas no solo era otro daimyo no superior a cualquier otro, de ahí que podía mirarlo a la cara). Pero al verme arrodillado retiro la mano y se levanto gritando: -Date Masamune; me habéis traicionado al no acudir en mi ayuda al inicio de la batalla muchos de mis hombres perdieron la vida por tu culpa, ¿de qué me sirve la lealtad de tan fiero comandante si ni siquiera acude en mi llamado cuando lo necesito?; Si no puedo confiar en ti, eres uno de los mayores peligros de toda esta tierra y como peligro debo eliminarte, si aún queda un poco de honor en ti dejaras que yo tome tu cabeza dejando sin mancha el honor de tu clan sino venid y atacadme y veamos quien es el verdadero señor de esta nación - -Señor mío, si usted me pide mi vida se la daré con gusto para limpiar mi honor y que su señoría consiga aquella satisfacción que le permitirá dominar estas tierras con total justicia y llevarla a una nueva era de riqueza y poderío – Replique. -En seis amaneceres en este mismo castillo en este patio se impartirá justicia puedes irte a tu castillo para despedirte de los tuyos pero mis mejores hombres te vigilaran para evitar tu escape- Dijo. -Se lo agradezco mi señor y su voluntad esta será cumplida- respondí con tono quebradizo en mi voz. Cuando el sol estaba en lo más alto del cielo, tomamos camino, mis hombres no sabían porque la compañía de los samuráis que cargaban la insignia de Toyotomi Hideyoshi, solo yo conocía lo que ocurría así es como empezaba esta historia de una muerte anunciada. Mi castillo se encontraba a solo dos días de viaje, decidí continuar en la noche ya que era clara y en mi mente no había espacio para cansancio o para pensar en mis hombres, solo la frustración, temor, la negación que me producía conocer los limites de mi existencia en este mundo, ya antes había enfrentado a la muerte pero con mi furia le había vencido, esta vez no tenia oportunidad la muerte me llevaría su brazo afilado con su mortal caricia separaría mi cabeza de mi cuello dejándolos tan alejados como el sol y la luna solo debía resignarme y aceptarlo con el valor que esto requería. En el amanecer por fin llegue a la colina y vi aquel monumental portal de Tohoku, mi tierra; aquella en la que nací y en la que hubiera deseado morir, tierra de los soldados más valientes y las damas más agraciadas del Japón, del arroz más fresco y el sake más fuerte. Ahí me esperaban mi madre y mi hermano, cruel bienvenida pues éstos me odiaban y querían verme muerto incluso antes que mi señor Hideyoshi. No tenía a quien contarle mi pena, nadie que me ayudara a cargar el terrible peso que llevaba a cuestas, no ésta agonía punzante solo apuñalaría mi alma. La puerta de Yonezawa (Castillo en el que nació y vivio gran parte de su vida) se abrió con un fuerte chillido tan fuerte como los gritos de ira y desesperación que sacudían mi alma, deje mi caballo y me dirigí a mis aposentos, seguido a todas partes por el pesado sonido de las pisadas de los hombres de Toyotomi , ordene que se llevara agua y se apagaran las antorchas de mi habitación. Mis guardianes, captores, opresores, aquellos demonios que se encargaban de proteger la cruda realidad de mi destino rodearon las salidas de mi estancia mas no entraron pues a pesar de mi ofensa, por mis campañas y victorias era respetado o incluso temido tanto por mis aliados como por mis enemigos, además solo había dos formas de salir que ni ellos podían vigilar una gran ventana que se elevaba a casi 100 pies de altura ó que me rindiera ante el miedo y me diera muerte, Aquí empezaba la verdadera batalla contra un cruel enemigo un samurái que conocía cada uno de mis defectos y que su único objetivo era destrozar todas aquellas virtudes una por una tentándome con las salidas sencilla a esta tortura ese hombre al que lo llamaban el “dragón de un solo ojo o dokuganryu” una bestia sin virtudes y dispuesto a aniquilar todo lo que me volvía un ser humano pensante, ese demonio que todos llevamos dentro y que se intenta apoderar de nosotros cuando estamos debilitados, pero si podía vencer a este ser incontrolable la muerte podría llevarme más no derrotarme. “La reflexión es el camino hacia la inmortalidad; la falta de reflexión, el camino hacia la muerte.” – Buda Me quite el yelmo y solté la venda que cubría el lado derecho de mi rostro, desabroche el Do y proseguía con el resto de la armadura que parecía pesar mil kilos quizás era el cansancio o el hambre no lo sé, me arrodille y puse frente a mí la katana, al verla si reconocí el sentimiento indignación, vergüenza sabía que no te merecía Kaze Ryu ( En realidad no sé si este era el nombre de su arma, este era el nombre de mi primera katana de mil espadas que significa dragón del viento, a causa de su peso y me tome el atrevimiento de abdicarle a un dueño tan notable como Date Masamune ya que admiro mucho a este personaje), lance el agua sobre mi cabeza cerré los ojos y se dio inicio al épico duelo. Mi conciencia estaba disparatada y para relatar todo el enfrentamiento no alcanzarían mis palabras, solo contare los pensamientos que más me impresionaron y cual fue el resultado de la pelea. Me vi en una pequeña isla rocosa en la que no podrían estar más de dos personas rodeado por un lago de aguas calmas y oscuras como la noche donde solo se podían ver ojos verdes que brillaban y se movían alrededor, esperando dirigí mi mirada al sol que se convirtió en una luna creciente de color dorado era él, vi su ojo rojo y su pupila negra oscura como el agua del lago que ahora se confundía con el cielo nocturno las estrellas y los ojos de los peces ya de color sangre, y yo ahí agachado con su acero resplandeciente apoyado en mi cuello, vi como se acercaba a mí y me susurraba con su voz fría, húmeda , que escondía tantos misterios como el universo, decía : -Sabéis que podéis escapar de todo esto, abrid los ojos desenvaina y mata a esos guardias no son más que unos cobardes y débiles campesino con armas que no pueden controlar, ¿o les teméis? pues solo debéis llamar a tus hombres y ellos lo mataran, ¿ó le temes a ese disque hombre de Toyotomi Hideyoshi? no debes preocuparte por él, porqué crees que se preocupo cuando no acudiste a la batalla pensó que te preparabas para atacarlo no es la mitad del general que eres tú y aunque sus hombres puedan ser diez veces más, los tuyos son valientes y fuertes como tigres, ahora está débil y sus aliados lejos. Tu ejército los cortaría como una hoz a una planta de arroz- Después no encontramos en un alto risco, rodeado por nubes grises estábamos frete a frente y siguió con su discurso: - ¿Ya te has cansado de luchar? Pues entonces tomad el tanto y abrid tu vientre, el seppuku es honorable también y no le darías la satisfacción a ese bastardo y su complejo de superioridad. Porque le eres leal, por una promesa, fueron solo palabras que van y vienen pero si los derrotas tu poder y el de tu clan serán inmortales- Paro un momento y hiso una mueca picara. - Acéptalo, todavía no quieres morir, ya has matado a tu padre ¿qué diferencia hay con la muerte de Toyotomi? salvarías a tu pueblo y le darías a un mejor gobernante – decía con su voz reptante mientras me empujaba hasta la punta del risco, yo arrastraba los pies con la cabeza gacha reprimiendo la rabia y la melancolía que me producían sus palabras pues en realidad las creía ciertas. Hasta llegar al final del suelo donde oí su oscura risa, alce la cabeza y vi como se preparaba para dar su golpe letal, más yo aun no estaba vencido. ¡¡No!! - grite furioso y detuve su golpe gire mi cuerpo y con la fuerza de tal movimiento lo levante y lo lance al abismo pero antes le arranque el arma de las manos gire otra vez y se la clave en corazón y paralizado presencie como caía, su ojo se cerró por última vez y de su boca salía sangre que yo sentía caliente sobre mis labios y en las palmas de mis manos, entonces desperté de tan peculiar trance y en efecto había revenado mi labio inferior con una fuerte mordida y mis uñas se habían encarnado en mis palmas hasta el punto de hacerme sangran esa tibia sangre que corría lento como una suave cañada que corre por un nuevo camino, pareciera que ésta quisiera hacer durar un placer mundano de correr por mi piel y hacerme sufrir antes de por fin caer al piso, a su muerte. ¿Acaso ésta seria los restos del combatiente caído que salía de mi para caer al abismo? aun no lo sé, pero creo que él no ha muerto, solo se ha escondido y se libera en la batalla cuando su ferocidad es bien recibida, quisiera decir que lo he domado pero a veces oigo esa voz, cruda serpenteante en mi cabeza pero eso es otra historia. Limpie mis heridas tape de nuevo la cuenca vacía con la venda y Salí al encuentro de mis captores, de mi familia, y de mi consejo de guerreros. Mi viaje astral por así llamarlo había durado un día entero y según me decían mis hombres más cercanos mis gritos se escucharon por todo Tohoku, hice el anuncio que al amanecer partiría solo acompañado por los samuráis visitantes de nuevo al castillo de Odawara, entonces esta noche seria de fiesta, esa noche es una laguna en mi memoria ya que me embriague en sobre medida solo logro recordar la cara de una bellísima cortesana. Cumplí mi palabra y antes del amanecer del quinto día ya habíamos tomado camino hable un poco con mis acompañante y descubrí que no eran los campesinos que había creído eran guerreros valientes y dedicados que venían de familias ricas y prestigiosas, pero la conversación no fue muy fluida ya que estos no lograban comprender mi estado de ánimo cuando cada galope me acercaba más a mi muerte, tampoco descansamos en la noche porque no teníamos mucho tiempo al amanecer debía estar listo para la sangrienta faena en el patio del castillo. Llegamos junto al sol, pero antes de ir al campamento me puse mis ropajes de seda, aquellos con los que se me entrego el señorío del clan, subí a mi caballo y al más veloz trote de la oscura bestia que montaba me dirigí al castillo justo en la entrada estaba Toyotomi Hideyoshi junto a su sequito con sus bocas abiertas asombrados, quizás por la idea de que sí haya venido a cumplir mi condena con una sonrisa en la cara, o creía que era tan valiente ( o tonto) como para atacarlo yo solo rodeado de sus hombres, pero al verlo solo pude soltar una carcajada. “Duerme con el pensamiento de la muerte y levántate con el pensamiento de que la vida es corta.” Proverbio Fin Nota: Toyotomi Hideyoshi dejo vivir a Masamune según se dijo para evitar otro conflicto

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