(Parte 1)
Aquél era el diecinueveavo día del segundo mes de año, el cielo parecía cambiante, opaco y brillante, el viento parecía esconderse y buscarnos a la vez, el olor a sangre en el ambiente era cada vez más fuerte, nos gustaba, queríamos más.
Parecía ser un día más, como los anteriores, pelear sin saber el porqué, solo defendernos; Nuestro señora Daimyo parecía no haber dormido en días, pero su vitalidad seguía en pié, como siempre Tensa esperaba a su lado tratando de divisar algo en el horizonte sin parecer tener éxito. Todos sabíamos que debíamos movilizarnos, teníamos información acerca de un campamento aliado cerca a nuestra posición, a unas dos horas de camino, el avanzar sería una gran ganancia.
Seth Sosuke dio la orden de avanzada hacia el norte, donde posiblemente encontraríamos a los nuestros, tenía entendido que se trataba de un castillo ya un poco antiguo situado al borde de una colina, donde el sol siempre golpeaba sus paredes.
Al llegar allí, el techo parecía estar desmantelado, sus paredes acabadas y destruidas, como si un tsunami hubiese pasado sin dejar rastro de vida parecía que los dioses no nos favorecían esa tarde pues repentinamente una flecha cayó en el cráneo de uno de nuestros hombres destrozándolo produciendo pánico en nuestras filas por la cantidad de sangre que salía disparada hacia todos; Antes de que nos retiráramos debido a la lluvia de flechas, Set Sosuke levanto su mano y con sus dedos la hondeo en círculos dando la orden de dispersión hacia los árboles en busca de los tiradores pero fue demasiado tarde, los seres del ejercito del bosque del continente perdido nos habían rodeado, aproximadamente eran nuestra misma cantidad, apuntándonos con sus armas comenzaron a cerrarnos, Tensa y Anagawa cubrían la diestra de nuestro señor. Masamune, silencioso como un tigre esperando a su presa observaba apasible junto a Buñue que con su mirada confundida esperaba una reacción de su Daimyo quién con su tétrica mirada observo a Takeshi que prácticamente ya había entendido la orden sin escuchar la voz de su señor, era un Banzaei o almenos eso pensábamos todos, nunca sabre que cruzaba por la cabeza de mi señor. Justo sus labios se abrían y su voz comenzaba a rasgarse cuando fue detenida por un grito de dolor proveniente de las filas contrarias y un grito de batalla abrió paso lentamente entre aquellos seres - ¡Una brecha! – exclamó Buñue
-No tan rápido- Respondió Seth Sosuke, en aquella brecha se observó lentamente la entrada de fieros hombres, vestidos con telas extrañas que llegaban un poco más debajo de sus rodillas, la tela compuesta por cuadros en distintos tonos de un mismo color, sus no tenían armaduras y aún así arrasaban causando terror en los seres del bosque del perdido continente, se trataba de un ejército de mercenarios provenientes de desconocidas costas, la mayoría de sus armas eran desconocidas.
Tras nosotros donde también habían hombres rodeándonos se comenzaron a dispersar debido al miedo, en aquel momento gritos de guerra se escucharon desde nuestras espaldas, los nuestros habrían aparecido desde el castillo sin aviso comenzando a asesinar todo lo que se atravesase Seth Sosuke reconoció varias caras de allí; Katsumoto, había dejado las tropas principales donde acompañaba a Seth Sosuke antes de que asumiera el poder de nuestro clan, al igual que Lifad y Tourak que en ese entonces era uno de sus superiores.
Tourak ya un poco viejo intentaba luchar con todo lo que pudiese dando resultado, al parecer los años no lo habían afectado, su armadura un poco añeja parecía proteger como antes pronto una flecha irrumpió el pensamiento de nuestro señor a gran velocidad logrando clavarse entre su Sode y Kote (Hombrera y guantelete) ni siquiera demostró dolor en su mirada, su mano arranco la flecha y con sus fieros gritos dio la orden de ataque juntándonos con los nuestros que habían acabado de llegar, no era momento para las formalidades. Logramos retirar al ejército de los bosques, pero ahora nuestra preocupación era que los hombres que tal vez habrían salvado nuestra vida sin percatarse de ello, aquellos hombres que tal vez doblaban la estatura de muchos de los nuestros, aquellos hombres que hablaban un idioma distinto al nuestro y solo entendíamos lo que más repetían “Meleth”, se habían apoderado del castillo que se encontraba en una posición clave; Ahora nuestra preocupación era sacarlos de allí, pero primero, debimos establecernos dentro del bosque, donde pudiésemos escondernos mientras planeábamos nuestra estrategia y lográbamos descansar un poco.
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